Al principio, la relación entre la cuadrilla de puretas que protagonizan esta novela, me recuerda un poco a la de los críticos de Bolaño en 2066 Pelletier, Morini, Espinoza y Norton; a medida que avanzo, constato que alguno de los protagonistas masculinos, bien podría estar sacado de alguna novela de Houellebecq (pienso en «Partículas elementales»). Esta influencia de novelas modernas, literarias y deprimentes ya me parece muy prometedora.
En este caso, Moritz (el escritor bocazas –«Hay alguien que escriba que no lo haga sobre su vida?»-), Rudolph (el periodista viajero y seductor), Hans (el acomplejado y desgraciado genio que malgasta su talento como asesor de políticos) y Karl (la amiga y/o amante disputada) son amigos desde la universidad, en que se diferenciaron del resto formando lo que llamaron con deliberada pedantería «El Círculo del Viena», aunque realmente la novela no va de sus aventuras literarias, como en el Bolaño, sino amorosas (o desamorosas) y vitales (o mortales).
El encaje entre los diferentes capítulos, alternando el punto de vista de los distintos protagonistas, es un poco la clave que permitirá entender, no sin cierta dificultad, el desarrollo argumental, en el que describe el inexorable deterioro de sus personalidades e interrelaciones, de sus éxitos amargos y de sus numerosos fracasos y frustraciones, presagiando un negro final para alguno, coqueteando con la tragedia.
Pero lo que hace de este un buen libro, no es sólo su hábil y estimulante estructura, ni el nudo ni el desenlace de su argumento, sino su estilo, entre espontáneo y maduro, entre cercano y despiadado, donde brillan la riqueza de ideas audaces («…al igual que el matrimonio o el adulterio, la fidelidad es una convención extendida por el judeocristianismo con el objeto de asegurar la herencia en la familia…»), de intuiciones certeras y bien formuladas («Ella, en su juventud -digamos también inmadurez-, aún concibe la existencia de verdades irrefutables»), de imágenes gráficas, urbanas, noctámbulas («Ha vaciado el gin-tonic sin darle tiempo al hielo a deshacerse. El cubito baila ahora ruidosamente en la copa tratando de llamar la atención, como si se percatase de su inutilidad, alborotador como todo lo inútil») de reflexiones implacables («Las pequeñas mentiras son el cemento que construye cualquier biografía»; «La envidia, de entre todas las sustancias que componen la infelicidad, es la peor, la más destructiva»), de momentos modernos de novela en construcción («Vocación o muerte»), de confesiones vergonzantes y pesimistas, con insistencia en lo escatológico («Desde el sangrado rectal he comenzado a hacerles más caso a mis heces que a las personas que me rodean»), y de impagables referencias musicales del indie de los 90´s («…Frank Black tiene tantas tetas como ella») y literarias («…libros canónicos en las estanterías -Auster, Irving, Salinger, Franzen…-«), componiendo con todo ello un retrato sincero, humano, próximo, y muy crítico de sus castigados personajes y de la sociedad hipócrita y alienante que tenemos en común con ellos, junto con más cosas.
Otra apuesta y otro acierto de Blackie Books. Un 8,5.
Novela psicosocial indie
Lunes, 16 de Diciembre, 2019
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