Me lo temía. No es ninguna novedad que algunos galardones premian el potencial comercial por encima de otros valores más artísticos. Este es un ejemplo: Cercas, maestro del lenguaje y de la elocuencia, estudioso de la Historia y adalid de la autoficción, ofrece aquí su obra más convencional, apostando por el género policiaco con muy pocas concesiones (a la metaliteratura) y con toda la intención de llegar al gran público y de vender muchos libros.
La trama no está mal, para el que le guste el género, comenzando con un crimen truculento, para adentrarse después, por un lado, en los entresijos de la investigación, con sus pistas falsas y su intríngulis, y por otro, en el relato de la desdichada vida del protagonista: niñez traumática, drogas, cárcel, redención, excelencia. El problema es que todo resulta previsible (no voy a decir que descubrí de saque al asesino, pero se les ve el plumero…y hace alguna trampilla) y lleno de tópicos (el sufrido policía bruto sensible y solitario que siempre gana en todas las peleas, de moralidad intachable, métodos discutibles y obstinación irrefrenable -«…que encuentra su arraigo, su esperanza y su futuro en el apego intransigente a la causa de la ley»-); dejándome la impresión de que se ha impuesto una limitación por seguir de modo estricto los cánones del género, sin riesgo, sin trascendencia, sin originalidad ni demasiada gracia. Todo engrana con naturalidad, no puedo decir lo contrario: Cercas escribe muy bien, sabe hacer ameno lo que cuenta, pero falta profundidad, poesía y compromiso. Incluso el potencial sugestivo de su desolada localización, queda como mera excusa de fondo. Tampoco profundiza para nada en el contexto político-social, el conflicto catalán («…convocado el plebiscito ilegal desde el gobierno autónomo, los mandos del cuerpo dieron a sus subordinados instrucciones soterradas pero suficientes de que no obedecieran a los jueces, o no demasiado, o no del todo.»), como parece sugerir el aparato publicitario del libro, a pesar de que, por lo visto, Cercas sí ha manifestado sus algo airadas, y según mi opinión, voy a decirlo, improcedentes y desacertadas opiniones al respecto en numerosos medios de comunicación.
El lenguaje y su estilo son, por supuesto, muy solventes, fluidos y precisos, con tímidos destellos de virtuosismo («pareció confundir con un consejo literal este sarcasmo admonitorio», «se deslizaba por la vorágine mental de un delicioso duermevela»), raptos depseudoerudición para todos los públicos («La mitad de un libro la pone el escritor, la otra mitad la pones tú», «Pascal dice que creer en Dios es una apuesta segura: si pierdes, no pierdes nada; si ganas, lo ganas todo…»), alguna anécdota histórica -o semi- curiosa («los camellos que distribuían su droga le contaban con nostalgia que a principio de siglo todavía funcionaba (…) en las últimas casas baratas de la Zona Franca, el mayor supermercado de la droga de España, tal vez de Europa»), abundantesdiálogos un poco coñazo, y poco más. Y en la temática se apoya en ingredientes llamativos pero tratados de forma superficial: es una novela policiaca que ofrece muy poco más que eso. Y eso no es lo que esperaba de él, a quien tengo en alta consideración.
Planeta. Un 6.
Policiaco comercial.
Miércoles, 22 de Enero, 2020
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