“Para comprender el relato de los Evangelios hemos de interpretarlo como una metáfora”
Excelente novela que no recomendaría, sin embargo, a lectores católicos fervientes que quieran seguir siéndolo: creo realmente que su lectura podría socavar su fe. Ya desde el principio, empieza como una crítica aceradísima de las ridiculeces de la doctrina católica, poniendo en evidencia sus planteamientos más insostenibles (“esa síntesis maravillosamente compleja e ingeniosa de teología y cosmología y sofismas, que situaba a las almas individuales sobre el tablero de una especie de juego de la oca espiritual”), yendo directamente al grano con mucho ingenio, pero sin sarcasmos ni sutilezas.
La idea central de la novela parece ser mostrar el progresivo descrédito de la religión católica entre la juventud (inglesa), en gran parte por la falta de flexibilidad demostrada por una Iglesia que no supo –no quiso- actualizar su doctrina represiva cuando vio llegar los cambios que traía la revolución sexual de finales de los 60, y que en última instancia supuso el inicio del declive de las tendencias más irracionales del catolicismo (“El desvanecimiento gradual de la metafísica católica tradicional”).
El tema me resulta muy interesante y me toca de cerca, pero es que además lo desarrolla con una prosa elegante y frondosa en forma de novela coral entretenida y brillante, desplegando un muestrario de personajes bien caracterizados cuya evolución y peripecias (que incluyen amor, amistad, trabajo, tragedias, enfermedad, muerte, y también sexo explícito aunque bastante disfuncional) nos mantiene enganchados y sorprendidos. De hecho, lo que me ha parecido curioso es por qué continúan aferrándose a la religión, una vez comienza a resquebrajarse su fe. Por qué no llega a desmoronarse totalmente. Cómo, desde diversos grupos organizados, intentan modificar los posicionamientos más retrógrados de la Iglesia (“Los conceptos cambian junto con nuestros conocimientos”) para preservar su filosofía esencial, ya por entonces totalmente cuestionada, en vez de olvidarse de todo el asunto. Entiendo esas posturas como fases de transición que cada personaje vive a su manera y a su ritmo (“Era demasiado mayor para el movimiento estudiantil, demasiado apolítico para la Nueva Izquierda (…), demasiado moral (o tímido) para la contracultura de las drogas, el rock y el sexo sin compromiso”), procesos lentos, dolorosos y graduales de pérdida de fe que abocan finalmente a un derrumbe inexorable de las creencias heredadas (“Todo se mantuvieron fieles a la fe, pero también notaban cómo los antiguos dogmas y las viejas certezas se desvanecían ante ellos, y cómo se debilitaban las bases sobre las que se asentaba su vida”). El problema es que no es fácil abandonar aquello por lo que se ha sacrificado tanto. (Con la religión católica no acabarías nunca con el tema del sacrificio: ante dos opciones siempre puedes escoger la más jodida para ti, haciéndote la vida imposible pero complaciendo al Señor con tu sufrimiento… o qué?)
Observo también que, por lo que parece, muchas de las situaciones que describe llegaron a Españita con 20-30 años de retraso: la religión que me enseñaban a mí en el colegio en los 80, coincide punto por punto con la rígida y abstrusa ortodoxia católica de indulgencias plenarias y pecados imperdonables contra el Espíritu Santo, de dogmas inaprensibles y oscurantismo siniestro, de obsesión malsana por la Santa Pureza y por la culpa, el castigo y el temor de Dios que describe la primera parte de la novela refiriéndose a los años 50-60. Allí nunca nos hablaron de la revolución sexual, ni por supuesto de los anticonceptivos. Aunque realmente no recuerdo que ni en Historia ni en Literatura ni en nada llegásemos nunca mucho más lejos de la Edad Media. Como mucho al Siglo de Oro. “Es el condicionamiento durante la infancia lo que produce el daño”.
Almas frente a cuerpos.. Espíritu frente a carne . Reflexión trascendente frente a embrollos terrenales. Lectura profunda y amena. Una delicia.
Lo reeedita Impedimenta, aunque es un libro escrito en 1980.
Le pongo un 9. Otra acertadísima recomendación del Portugués.
“Asistir a misa en un día laborable normal es supererogatorio (una palabra muy útil en el ámbito de la teología, relativa a aquello que excede lo estrictamente necesario para alcanzar la salvación)”
“Escatológica, otra palabra de lo más útil, relativa a las cuatro cosas últimas: la muerte, el juicio, el cielo y el infierno”
“-¿De qué sirve hacer que la gente dude de la bondad de Dios? –Pero, entonces, ¿qué somos nosotros, sus ministros o sus relaciones públicas?-“
“La idea de que Dios, sentado en su trono en un cielo eterno, un buen día hubiera decidido crear el universo y colocar a la raza humana en un rincón (exquisito) para contemplar con gran interés cómo se comportaba individualmente cada ser humano (…) la idea de que, cuando llegara el dia final y Dios clausurara el universo, recogiendo las estrellas y las galaxias como un crupier que se quedara con todas las fichas (…) Sencillamente no podia ser”
Drama social y filosófico
La Floresta, 27 de agosto, 2020.
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