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«Juan Belmonte, matador de toros” Chaves Nogales, Manuel

Como imagino que nos puede pasar a muchos, el tema que trata este libro me resulta no ya indiferente, sino repulsivo (bueno, meterse en mundos o mentes repulsivas es una prerrogativa de la literatura), pero el resultado literario es tan brillante -como cabía esperar del crédito que merece Chaves Nogales- que una vez más conviene recordarse dos cosas: una, fuera los prejuicios; dos, no juzgar con los criterios del presente los hechos del pasado (“Entonces, las corridas de toros tenían una resonancia y una trascendencia que hoy no tienen”)

Juan Belmonte, matador de toros” es la biografía novelada del que por lo visto fue una de las mayores figuras del toreo mundial durante la primera mitad del siglo pasado, coetáneo y compañero de Joselito y Sanchez Mejías (a cuya muerte cantó Lorca su inmejorable elegía), amigo de la vanguardia intelectual (“Don Ramón era, para mí, un ser casi sobrenatural. Se me quedaba mirando mientras se peinaba con las púas de sus dedos afilados su barba descomunal”), innovador en su concepción de la tauromaquia y enemigo de sus ceremonias más fastuosas.

A lo largo de su exitosa carrera buscará siempre renovar las emociones de su juventud marginal, cuando asaltaba las dehesas y toreaba desnudo y furtivo a la luz de la luna con sus compañeros, los “anarquistas del toreo”. (de hecho, hasta la página 106 no mata a un toro, y bien que se divierten!)

“El toreo campero, teniendo por barrera el horizonte, con el lidiador desnudo, oponiendo su piel dorada a la fiera peluda, es algo distinto y, a mi juicio, superior a la lidia sobre el albero de la plaza, con el traje de luces y el abigarrado horizonte de la muchedumbre endomingada.”

“La fascinación que aquel grupo de amigotes me producía, sólo pueden comprenderla quienes en la adolescencia hayan caído fervorosamente en uno de esos núcleos juveniles que, por disconformidad con el medio, se forman en torno a un misticismo cualquiera, social, político o artístico”

“El toreo era para nosotros la única salida, la versión natural en el ambiente en que vivíamos de nuestro temperamento aventurero rebelde y amante del peligro”

Con un estilo que yo encuentro barojiano (por la aparente despreocupación, por la espontaneidad y la viveza, por la sagacidad de sus retratos) aunque en bonito, el libro se desarrolla como la crónica de una gesta épica, de una pasión absorbente y sacrificada hasta lo heroico, no muy diferente de como podría ser la de, no sé, un héroe de la Fórmula Uno de procedencia humilde, el tipo que hace surf de noche, o una futura estrella del rock tratando de abrirse camino tocando en garitos infames. Quiero decir con ello que es llamativa la universalidad de su propuesta, que no se limita, ni mucho menos, a lo folcklórico.

Un retrato hecho por un retratista de lujo de una vida de sacrificio, éxito y fama, que nos muestra un contexto muy pintoresco (Triana, Sevilla) ampliado con la descripción de giras extenuantes plagadas de momentos épicos (que fuera de contexto suenan muy bárbaros):

“Avancé arrastrando las rodillas por la arena hasta que estuve en la cara misma del toro, lo cogí por los cuernos, le escupí y finalmente me puse a aporrearle el hocico a puñetazo limpio”


“Tarde suave, perfil sereno”

“interminables letanías de insultos y un feroz navajeo de frases”

“me familiarizaba con la idea de que la mujer es un bicho malo y agradable al que hay que cazar enteramente y despreciar después”

“a la estupefacción de comprobar que la bestia pasaba efectivamente por donde el capotillo la llevaba, siguió en mí una confianza ciega”

“una convicción revolucionaria que me llevaba a combatir desde el primer momento los convencionalismos en el arte de torear.”

“Otro torerillo, renegrido y escueto, gitano fino como un junco y con los ojos brillantes de fiebre y de hambre, salía a torear”

“Para sacar el billete del tren tuvo que empeñar su cama de matrimonio, y había dejado a su infeliz mujer durmiendo en el suelo”

“los catalanes sacaban tabaco para ellos solos”

“Me pasearon en hombros por las Ramblas, y algún periódico protestó contra el hecho de que un pueblo culto como el catalán hubiese dado aquel espectáculo, a su juicio bochornoso”

“Darse prisa a verlo torear –aseguran que dijo-, porque el que no lo vea pronto no lo ve”

“mi tesis de que el toreo es, ante todo, un ejercicio de orden espiritual”

“aquella turbina puesta por la civilización en el alma cruel y heroica del indio”

“¿Estás seguro de que las generaciones venideras tendrán en alguna estima el valor de los toreros?”

“Convertir la pesada e hiriente realidad de una bestia en algo tan inconsútil como el velo de una danzarina, es la gran maravilla del toreo”

“Los deberes del torero famoso para con esa clientela suya son dilatadísimos, y los hay de orden puramente material o económico y aun de orden moral o espiritual. Mixto de ambos órdenes es uno de los deberes para mí más insoportables: el del padrinazgo en bodas y bautizos.”

“la cazurrería y el sanchopancismo”

“no sé tutear a un viejo, aunque se trate de un zascandil. Lo mismo me pasa con los que son expertos en su oficio, por humilde que este sea.”


Asteroide. Un 8.4

Biografía taurina y literaria

Sant Cugat, 7 de julio de 2021

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