En “Los días perfectos”, el protagonista escribe dos largas cartas. La primera es para su amante, con la que acaban de romper en vísperas de su inminente cita en Austin -donde el autor acude cada año a un congreso- y en ella reconstruye su relación, efímera y luminosa, poniéndola por escrito como método de conservarla mediante algo tangible, físico, no solo con el recuerdo.
(«Solo tengo el lenguaje para embalsamar»; «Ya se sabe que los recuerdos que no se apoyan en imágenes, ni palabras, ni objetos se deshacen poco a poco en la memoria»).
En la segunda carta se dirige a su pareja y, sin confesarle su affaire, trata de reconducir sus sentimientos y extraer de su experiencia un estímulo que reavive su relación, descuidada por el tiempo y la rutina
(«si compartes mi percepción de que tenemos un problema o si por el contrario, sientes que este malestar tan tenue e inconcreto al que llamo tedio es una deriva previsible de toda relación y te has propuesto soportarlo tan resignadamente como uno acepta la presbicia o un pitido en un oído a partir de los cuarenta»).
Utiliza hábilmente como hilo conductor de ambas misivas la investigación de la correspondencia de Faulkner con su amante, en la que el autor se enfrasca cuando su viaje a Austin pierde su objeto y que resulta ser un trasunto de su propia pasión
(«esta carta muestra de manera muy reveladora la verdadera anatomía de ese raro accidente que es un día perfecto»).
Una narración emotiva que aporta una mirada certera sobre el tema inagotable de las relaciones de pareja: el engaño del enamoramiento vs. el desgaste de la ilusión, el hecho de que no por poder prever sus ardides atávicos (los desencadenantes bioquímicos del amor -tras los que sonríe la especie-, sus envoltorios y constructos culturales, la tradición, la literatura, la poesía) somos menos inmunes a ellos. Con este material da rienda suelta a inspiradas reflexiones que suenan lúcidas y sinceras, no desprovistas de sarcasmo, autoparódicas y autoindulgentes
(«Lo cierto es que nadie sabe qué hacer para reavivar la pasión en la pareja, y además que seguramente sea una pésima idea, el mundo sería otro (…) donde todos estaríamos salidos como bonobos y seríamos incapaces de atender a nuestros hijos, de supervisar reactores nucleares, de hacer trasplantes, de colocar los ladrillos nivelados»
«los pobres casados que se arrastran como caracoles por una interminable meseta emocional»).
En esta novela no se relatan hazañas extraordinarias, está construido con los materiales de la vida cotidiana. Tampoco destaca por su originalidad, pero sí por su perspicacia y su sensibilidad y por un estilo maduro e inspirado que convence con la atinada formulación de sus ideas, logrando que disfrutemos de sus efusiones sentimentales y de sus despotriques, como en el divertido capítulo en que defenestra el concepto de la cena romántica (76-78).
No tengo porqué entenderla en clave autobiográfica, pero sí como otro ejercicio de autoficción en la que, partiendo de circunstancias reales (su trabajo en el Harry Ransom Center), y dejando astutamente espacios vacíos, el autor fabula sobre desvíos que hubiera podido tomar su vida, llevando lo anecdótico a un nivel más general y trascendente. O esa impresión me produce.
Le he encontrado una cierta similitud con “La uruguaya”, de Pedro Mairal. Lo he disfrutado mucho.
21
«De nuestros deseos ocultos, de aquello en lo que hemos dejado de creer, de aquello que ya no queremos ser y de aquello en lo que empezamos a convertirnos»
25
«y al día siguiente volvería a Madrid idiotizado, somnoliento, incapaz de pensamientos complejos»
28
«No puedo decir que sea un gran fan de Faulkner, la verdad. Lo intenté en su día, cuando todavía estaba preocupado por leerme los libros canónicos que se supone que un hombre culto ha leído»
34
«esa excitación extrema de la víspera»
69
«porque en lo que nos queda de vida, cuántas escenas pueden reproducirse que enraícen para siempre en nuestra imaginación»
83
«haciendo un uso efectista de las imágenes más descaradamente otoñales y patéticas. Se lo envío cruelmente a todo aquel que, convencido de la inmortalidad del sentimiento que le consume, me abrasa la oreja con el relato de su pasión»
85
«porque vivir sin pasión no me parece ya vivir, sino meramente estar de paso, contando los días, esperando a que ocurra algo, a que llegue el viernes, el verano…»
89
«Amor, me he gastado 350 € en un conjunto de cowboy auténtico, observa la calidad, merecía su precio. Iba a suponer un problema.»
99
«Los críticos musicales suelen utilizar la expresión all killer no filler para hablar de un álbum donde todos los temas son temazos y no hay nada de relleno»
103
«Bares especializados en oreja y torreznos»
105
(el country) «Es un núcleo de resistencia en un mundo occidental donde la gente ya no baila, sino que se agita, salta y se menea espasmódicamente en una muchedumbre de soledades que miran todas a la cabina del DJ con una mano en alto, siguiendo el ritmo de un bombo digital»
107
«En mi fantasía Texas no era otra cosa que la posibilidad de un honky tonk lleno de gente armada, barbuda y con sombrero, tocando los primeros acordes de La Grange de ZZTop»
111
«Se follaba más si tenías un grupo y te invitaban también a muchas cosas, pero que jamás aprendí a tocar nada dignamente»
117
«con todo el peligro que tiene cumplir un sueño adolescente cuando uno empieza a tener canas»
119
«La historia ha de ser contada para que haya algo que uno pueda quedarse, lo contrario es vagar hacia el olvido»
138
«qué historias nos contamos en las que nos imaginamos juntos»
154
«Rocío Jurado lo expresa como ya hubiera querido Faulkner cuando canta eso de que se nos rompió el amor de tanto usarlo»
161
«Hay que identificar esos días perfectos y transformarlos en arquetipos que funcionen como los standards en el jazz, días amados a los que les hemos extraído su melodía para poderla usar de base, de plantilla»
162
«Ya has oído lo que pasa cuando el padre suplanta al cónyuge, pasa que el día que los niños se van de casa no te queda más que un desconocido ajado con el que te cruzas por el pasillo de tu casa vacía»
Libros del Asteroide. Un 8.3
Autoaflicción.
La Floresta, jueves 26 de agosto, 2021
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