¡Cómo me gusta Hustvedt! ¡Qué estilazo, sofisticado y elegante! ¡Qué personalidad literaria en su miscelánea de autoficcion, feminismo, arte y cultura multidisciplinar!
(«una máquina de síntesis capaz de aunar filosofía, ciencia y literatura en un solo aliento»)
Cierto es que no entiendo todo lo que dice, todo lo que implican sus contínuas referencias, citas y poemas («No existía el discurso indirecto ni las ironías kierkegaardianas para aquella hija de Minnesota»). Aún así, me dejo embaucar gustosamente en su juego con el lector, en el que ella maneja los hilos y los tempos, hace con la historia lo que quiere, la expande y la contrae a su antojo, cambia de registro, de formato, de punto de vista, salta en el tiempo, se pierde por derroteros varios mientras se regocija en el lenguaje… y descubre sus trucos ante mis ojos asombrados. Se mete y te mete en un jardín, pero juega limpio y cumple lo que promete.
“Pronto, pensaréis, llegaremos a algún cruce o a una bifurcación en el camino”
“mi deseo es extender los brazos hacia vosotros”
Sé que no es del gusto de todo el mundo el tipo de literatura que ella hace, tan introspectiva y analítica, en la que tampoco hay crímenes truculentos ni grandes excesos. No pasa gran cosa. Bueno, sí pasa, pero en el plano de lo cotidiano, que pone en relación con el intelectual desplegando generosamente redes de interconexiones dispares, de situaciones inquietantes y de referencias jugosas.
Cuando Boris comunica a Mia, su pareja, poeta de profesión, que necesita una pausa en su relación, su mundo se viene abajo y, tras una temporada ingresada en un centro de salud mental, decide pasar el verano en Minessota, su ciudad natal, donde tratará de rehacerse. Allí impartirá un taller de literatura para escolares, entrará en relación con las compañeras del club de lectura de su madre y trabará una bonita amistad con su vecina que parece tener serios problemas domésticos.
Empieza tranquilo y hacia la mitad de la novela, Hustvedt imprime un cambio de ritmo y cada subtrama se precipita.
Con un tratamiento parecido a «Recuerdos del futuro» me ha resultado, sin embargo, más compacta y resuelta. El argumento, una vez más, no es tan importante como el fluir de su discurso, la construcción de sus capas narrativas, reflexiones y personajes y la manera de relacionar unas cosas con otras.
“En unas habitaciones frescas y sin sentido”
“A diferencia de los jóvenes que vislumbran el fin de sus días de una manera remota y filosófica, aquellas mujeres sabían bien que la muerte no era una abstracción”
“Muerto parecía más joven, suave y lejano (…) La luz que entraba a través de las persianas dibujaba líneas paralelas sobre su frente y mejillas”
“Temen el paroxismo del dolor y cuando ven a alguien que lo sufre optan por hacer como que no existe”
“Aunque no llegaban a tener el mismo tamaño, los artilugios me recordaron las trompetillas de madera que usaban los sordos en el siglo XIX”
“Cierto es que durante años yo había trabajado intensamente en una obra que muy pocos estimaban o entendían, que mi aislamiento se había vuelto cada vez más doloroso y que yo había atosigado a Boris con mis diatribas sobre la cultura antiintelectual, degradada y banal de nuestro tiempo que rinde culto a la mediocridad y desprecia sus poetas”
“En todas las especies existe un sentido afectivo subcortical primario”
“Los viudos se casan de nuevo porque eso les facilita la vida. Las viudas no suelen hacerlo porque les hace la vida más difícil”
“Kierkegaard escribió en su diario que el temor es atracción, y tenía razón. El temor es una llamada y podía sentir su tirón»
«La seductora Dora, la madre sensual lastrada por una miríada de gestos y un arsenal de recursos femeninos, de mohínes, susurros, caídas de ojos y coqueteos, en definitiva, de toda la picaresca y los rodeos a los que recurría para conseguir lo que quería»
«Habíamos llegado al punto de que, al oír una historia o una anécdota durante una cena con amigos, a ambos se nos ocurría la misma idea al mismo tiempo y solo quedaba saber quién de los dos iba expresarla en voz alta. También nuestros recuerdos empezaban a mezclarse»
«Era un intelectual omnívoro que parecía haber llegado hasta el límite de su propia mente desquiciada»
«Te sobreviene una tristeza nostálgica cuando los años fértiles llegan a su fin»
«las comedias acaban en matrimonio, las tragedias en muerte»
«de lo que él hablaba era de un sistema biológico subyacente y necesario para que existiera un ser»
«un nihilista útopico en fase maníaca»
«La moraleja de todo esto es que la extrema relajación fomenta el placer y que la relajación es un estado de apertura casi completo ante cualquier cosa que pueda sobrevenir»
«Gould y Lewontin argumentan que la pervivencia del clítoris es similar al de las tetillas que tienen los hombres, un desecho anatómico»
«los falos erigidos por Gaudí en el tejado de la Pedrera»
«Si el cromosoma Y no actuará sobre las gónadas de algunos para gestar unos testículos, todos seríamos mujeres»
«Montaigne, escritor cumbre de la literatura del siglo XVI…»
«libros fatigados y apaticos»
«…por mis enfrentamientos con la teoría literaria, que me he decantado por sus aspectos lingüísticos y he sido testigo de la muerte del autor»
«Un libro es producto de la colaboración entre el lector y el texto»
«no existe asunto humano que escape al escrutinio de la literatura»
«Seguir un orden cronológico suele ser un recurso narrativo sobrevalorado»
«Homo homini lupus»
«La catarsis del teatro. De hecho, el jueves quedó claro que habíamos llegado un guión tácito y que las chicas se habían volcado con entusiasmo en su propio melodrama»
«…excepto abrazar el placer secreto de nuestras sublimaciones, el arco de una frase, el beso de una rima…»
«el filósofo danés que la ha estado inquietando y desconcertando durante años»
«El éxito de una comedia radica en terminar lo justo en el momento indicado»
«Deja que venga a mí»
Anagrama. 8.4.
Autoficción multidisciplinar.
Jueves, 9 de septiembre, 2021
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