Tenemos todos tan interiorizada la cultura audiovisual que hablar de «cinematográfico» en una novela resulta ya innecesario/redundante. Sin embargo, es el primer adjetivo que me viene a la cabeza al leer a Offutt en general y “Los cerros de la muerte” en particular.
«Más que nada, se dedicaba a hacer girar una navaja entre los dedos, como si fuera una porra minúscula. Vernon se preguntaba si aquel silencio significaba que podía estallar en cualquier momento y destriparlo como a un gorrino allí mismo, en el asiento del coche»
Muy “Fargo”. Montañas de Kentuky, ardillas y plantas silvestres, puertas mosquiteras, camionetas embarradas (por supuesto), personajes obstinados y lacónicos, ritmo pausado, sorpresas las justas, violencia arraigada aunque sin excesivas truculencias… Offutt consigue también aquí una ambientación muy lograda.
«-Un bonito lugar con una historia dura. -No hay una sola montaña por aquí de la que no se pueda decir lo mismo»
Mick Hardin es una especie de militar curtido en los conflictos de Oriente Medio que regresa a casa cuando se entera que su mujer está embarazada, dándose cuenta de inmediato de que le oculta algo.
«Ella lo miró fugazmente y luego clavó la vista en la alfombra que había heredado de su abuela. Era como si los separara un río. Su respuesta tardó demasiado en llegar y la experiencia en interrogatorios de Mick se activó. Algo iba mal»
En medio de su dilema personal, es oportunamente requerido por su hemana, competente sheriff del condado, para que le ayude en el esclarecimiento en un caso de homicidio que va a ir revelando una (innecesariamente?) compleja red de venganzas familiares entre unos cuantos personajes un tanto desdibujados; aunque no hay ninguno demasiado malvado –pueden incluso llegar a ser un poco lloricas- son tipos de gatillo fácil, intelecto básico e instintos primitivos lastrados por una subcultura casi endogámica.
«una cultura que veneraba la sangre familiar por encima de todas las cosas»
Bien, sin más. La escenografía es muy buena, casi funciona por sí sola, pero me falta concisión en el argumento y originalidad, sorpresa, mala idea. Quizá un poco de profundidad psicológica ya que el acercamiento a los personajes se basa en una observación casi psicomotriz. Son características que tampoco abundan en “Noche cerrada” y sí, en cambio en “Mi padre el pornógrafo”, una obra más arriesgada y peliaguda, que me encantó.
Por otro lado, sabiendo que es una trilogía se intuye que muchos detalles poco desarrollados están ahí para utilizarse en el futuro.
Como última nota negativa, me cargan un poco los personajes de tipo duro, desde siempre. Mick Hardin pertenece sin duda a esta categoría (“Joe” también, todo hay que decirlo), por lo que la vulnerabilidad que muestra en su debacle sentimental me parece lo más interesante del personaje y del desarrollo argumental.
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«¿Vienes a por neumáticos, a por gasolina o a por una Biblia? Cualquiera de las tres cosas te conducirá a donde necesites llegar»
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«-Me temo que soy yo, señora. Me pasé un poco con el bourbon hace un par de noches.
-Eso me parecía -dijo ella-. No me resulta desagradable. Mi marido olía igual los domingos por la mañana. Mis hijos apestan casi todo el tiempo a marihuana.»
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«Wade no había respondido a la pregunta. Eso y su forma de evitar el contacto visual decían mucho»
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«Había observado que, mientras las mujeres tendían a endurecerse, los hombres se ablandaban al envejecer»
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«Mick focalizó su ojo izquierdo en el derecho del anciano. Era una táctica de interrogatorio cuya eficacia siempre le había sorprendido»
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«Era una técnica de control, plantear una pregunta el tiempo que se presentaban dos únicas opciones de respuesta. Los abogados y los periodistas lo hacían a diario»
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«-Está bien. Si quieres llorar un poco más, adelante. En el trullo más te vale no hacerlo»
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«-Hay cosas que no aparecen en la Biblia ¿sabes? Cosas que en esa época no existían.
-¿Como los ordenadores y los coches?
-Como las prisiones estatales»
Sajalín. Un 7.5
Suspense montaraz
Miércoles, 19 de enero, 2022
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