Piranesi se halla dentro de un laberinto, una sucesión de salas enormes decoradas con imponentes estatuas (122 «Un lugar en el que la arquitectura y los océanos se fusionaban hasta hacerse indistinguibles»).
Está allí como si llevara desde siempre, es su mundo. No pide más que lo que la Casa le ofrece. Tiene con ella una relación simbiótica, reverencial, admirable, y se dedica a estudiarla, anotando con paciencia y aceptación sus peculiaridades (15-270 «la Hermosura de la Casa es inconmensurable; su Bondad, infinita»)
En la Casa solo conoce a otro humano, el Otro, tipo huraño que se muestra sospechosamente esquivo y al que solo ve cuando él decide (82 «Pero el hecho de que tú olvides mientras que yo me acuerdo… por eso precisamente es fundamental que sea yo el que establezca nuestros objetivos»).
En cambio, Piranesi es un tipo estupendo, amable, adorable, encantador. Espera con alegría y candor su cita semanal con el Otro, siempre muy esaborío; le secunda en sus preocupaciones, y hace el bien allá donde puede (18 «En general, da la impresión de ser una persona amigable, aunque un tanto adusta y severa, dedicada al cultivo del intelecto»)
A partir de ahí, una serie de indicios hacen dudar al bueno de Piranesi de la validez de sus percepciones y le proponen un atisbo de realidades desconocidas que el imagina con inocencia. Porque, gracias a la diestra y estimulante estructura de la novela, nosotros manejamos una información de la que él carece; su exploración nos resulta conmovedora y nos gustaría ayudarle (82 «Que yo sepa, el Mundo no confirma eso que dice el Otro: que tengo lagunas mentales»)
Me ha gustado mucho, mucho. Es accesible y profunda a la vez, no busca la extravagancia ni la rareza, sino que resulta cercana y comprensible. Tampoco es una parábola de ciencia ficción agobiante de dos personajes. Al principio lo parece, pero llega un momento en que empezamos a entender su mecanismo desde fuera, al tiempo que el mundo real parece inmiscuirse dramáticamente en el limitado pero ideal universo de la Casa. Todo este desarrollo mediante el que se nos van mostrando los engranajes, desvelando el misterio, está resuelto con gracia y elegancia narrativa, pasando por momentos de emoción y descubrimiento, hasta desembocar en un punto en que se va tiñendo de una deliciosa melancolía (234 «-Yo ya estoy en mi casa- repuse. Raphael miró a su alrededor. Las lúgubres Aguas negras lamían las Paredes, las Estatuas chorreaban. No dijo nada»)
Estilo refinado, casi diría virtuoso, un humor muy sutil, discreto, laberintos, fantasías arquitectónicas, saberes arcanos, erudición apócrifa, Borges, Sebald, «La casa de hojas»… una delicia literaria, novela redonda e inteligente con un mensaje sensato de aceptación, sin rastro de moralina o proselitismo alguno (250 «Dije que éste es un mundo perfecto, no lo es: aquí se han cometido crímenes, como en todas partes»)
23 «Anoto en mis cuadernos lo que observo. Lo hago por dos razones, primero porque la Escritura te inculca el hábito de la precisión y el esmero…»
34 «Efectivamente -convino-, era una pregunta de control»
72 «La Casa es valiosa porque es la Casa; es suficiente en Sí, de por Sí. No es el medio para un fin»
91 «su Expresión Animal, solemne e inescrutable»
105 «Olía a papel y a tinta y a un delicado perfume de violetas y anís bajo el cual se detectaba el tufo de algo sucio, casi fecal»
117 «Una vez ha pasado cierto tiempo, es más fácil discernir entre lo importante y lo banal»
173 «Allí de pie, me encontraba bajo la nítida, poderosa luz del sol que acompaña la primera niñez, los colores de las rosas eran tan vívidos que parecían sobrenaturales»
185 «el estudio de la filosofía de las matemáticas y la historia de las ideas con el tiempo lo llevo a su actual campo de investigación: el pensamiento transgresor»
191 «no recordaba en absoluto haber arrancado aquellas páginas pero, siendo realistas, ¿quién más podía haberlo hecho?
212 «Me perdí en largas y aberrantes fantasías de venganza»
Salamandra. Un 8.7.
Laberíntica
La Floresta, jueves 24 de febrero, 2022