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“Los nombres prestados” Ravelo, Alexis

Detecto cierta tendencia últimamente a etiquetar como “western” a novelas sobre tipos solitarios y venganzas antiguas en parajes inhóspitos que no remiten necesariamente al Lejano Oeste. “Los nombres prestados” es una novela negra poco aparatosa, diría incluso poco ambiciosa, entretenida y accesible, que se inscribe en esta tendencia haciendo gala de una sobriedad y contención que en principio le favorece, aunque esa misma sencillez quizá también limite el desarrollo del argumento, que acaba pareciéndome muy básico.

La ambientación aquí es fundamental, una adusta escenografía rural que puede recordar a la teleserie “Hierro” o a las no menos cinematográficas novelas de Chris Offutt, con el añadido de elementos del pasado patrio (terrorismo, polis torturadores…) que lo sitúan en nuestros años ochenta.

Siempre jugando con pocos personajes, lacónicos y atormentados -el expolicía Laguna y la no tan apacible traductora Marta Ferrer, con el contrapunto emotivo de la amistad entre el hijo de ella y el perro de él-, el argumento describe cómo su tranquila –si bien furtiva y precaria- vida actual se va a ir tensando por a la intromisión de un pasado peligroso.

A ver, no me ha encantado, pero no es culpa suya; aunque dé un poco de rabia (yo), suelo preferir obras que indaguen más en lo literario, en lo intelectual, en lo espiritual… Las policiacas me entretienen pero no me aportan mucho. Los conflictos me parecen demasiado evidentes, por bien urdidas que estén; no hablo de mi discutible sagacidad en descubrir quién es el asesino, sino de la utilización de estructuras lógicas y/o previsibles, el lenguaje funcional, o a la presentación de los personajes como buenos o malos, a veces condicionados por sucesos traumáticos, pero que siempre tienen como muy clara su catadura moral: sabes cómo van a comportarse, una irritante rectitud guía sus pasos, no muestran contradicciones, dudas, ambigüedades o flaquezas como me pasa a mí o como pasa en las novelas de otros géneros más de mi agrado. Las novelas sobre tipos duros no me conmueven, aunque la he leído entretenido y curioso.


39 «Así que no está jubilado sino jubiloso»

62 «El conductista al que visitó tras lo de Carmela le dijo que, si quería leer, ver la tele, oír la radio, hacer calceta o lo que quiera que se le ocurriese hacer para entretenerse, no lo hiciesen en la cama. Que relacionara la cama única y exclusivamente con el descanso»

71 «La cosa es que no saben sortear la burocracia, usar la puerta de atrás. Y cada vez hay menos puertas de atrás. Demasiada ley de por medio, demasiado garantismo»

176 «La suerte de poder recordar un sueño feliz no se le presentaba casi nunca, así que no se incorporó en la cama hasta que no pudo hacerse a sí mismo un relato más o menos cronológico de lo soñado»

178 «Los perros no tienen reloj. No saben lo que es el tiempo, acaso porque tampoco saben lo que es la muerte»

193 «con la enorme hendidura en la cabeza invitando a los insectos de la muerte a alimentarse, poner en ella sus huevos, colonizarla con sus larvas»

211 «Pese a sus excusas, pese a sus consuelos inútiles, pese a las cantinelas del deber y de que el fin justifica los medios, al final un hombre no es lo que dice de sí mismo que es, si no la suma de sus acciones»


Siruela Policiaca. 7.5.

Noir rural.

La Floresta, viernes 6 de mayo, 2022

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