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“Valle inquietante” Wiener, Anna

 Relato autobiográfico que describe la experiencia de una joven que abandona su trabajo en el mundo editorial para empezar a trabajar formando parte de varias prometedoras startups de Silicon Valley, en un sector inmerso en un crecimiento desmesurado que apunta ya a su colapso. La seducción inicial de un entorno de brillantes y jóvenes emprendedor@s con nuevas ideas y reglas, irá dando paso a un desencanto por la homogeneización de costumbres y estilos de vida a que llevan estas formas emergentes de organización laboral, por la entronización del éxito y la sumisión al Dios Dinero.

  La tecnocracia de la que empieza a participar, en un principio ilusionada, provoca una amalgama de efectos, algunos positivos (la conciliación, las oportunidades laborales, una cierta libertad de acción) y la mayoría negativos (la eficiencia como medida de todo, la deshumanización, el gregarismo, el materialismo consumista, la paridad aparente -solo cuestión de imagen-, el poder ilimitado de las grandes corporaciones) que van a ir mermando su entusiasmo y despertando su sentido crítico.

 Funciona mejor como documento (por su análisis agudo y revelador) que como novela (no abundan los elementos que la hagan emocionante o intrigante). La autora es muy lista y se expresa muy bien, con precisión -que no tanta concisión-, pero a veces cuesta seguir su discurso cuando se explaya en temas socioeconómicos.

 Destina muchos recursos a ironizar sobre la modernidad, los hípsters, las oficinas con bicicletas, caterings, salas de ping-pong y actividades relacionales para l@s trabajador@s, los comercios pijos, la gentrificación…. Un mundo un poco de apariencias que delata un gran vacío existencial y una gran falta de empatía y sensibilidad social.

 Me han gustado los momentos más introspectivos en los que la protagonista expone la dualidad de su carácter y muestra sus vulnerabilidades, reivindicando, poniendo en valor conceptos más allá de los económicos.


292 «Trabajar en el sector tecnológico me había dado una escapatoria de la vertiente de mi personalidad que era emocional, poco práctica, soñadora, nostálgica, ambivalente e inapropiada; de aquella parte de mí que quería saber qué sentía todo el mundo, que quería que las cosas la conmovieran, que aparentemente no tenía valor de mercado»


30 «La señal de que eras una persona diligente y tenías un verdadero espíritu empresarial era crear de cero el trabajo que querías y volverlo indispensable, por mucho que fuera estructuralmente innecesario (…) «Le interesa más aprender que hacer», escribió un día el CEO en el chat general (…) Nunca había oído el habitual mantra del sector tecnológico: «No pidas permiso, pide perdón»

46 «Junto con los programadores había llegado una horda de oportunistas que aspiraba a ocupar cargos no técnicos: exalumnos de doctorado y profesores de secundaria, abogados de oficio y cantantes de música de cámara, analistas financieros y operarios de cadena de montaje. Y yo»

49 «En el Área de la Bahía los programadores de software intentaban usurpar el lugar de las empresas tecnológicas más antiguas a base de construir herramientas para otros programadores de software (…) La captación y mantenimiento de los datos estaban sin regular. Los inversores salivaban con los análisis predictivos, con el potencial lucrativo de la búsqueda de patrones al por mayor y con la idea de poner los algoritmos de aprendizaje automático al alcance de las masas o por lo menos al de las empresas de la lista Fortune 500»

59 «Atrapada en la nostalgia de su propia mitología, la ciudad se aferraba a la alucinación de un pasado glorioso, y no se había contagiado del ímpetu reciente del triunvirato oscuro de la tecnología: capital, poder y una masculinidad heterosexual, insulsa y reprimida»

84  «Los programadores que yo conocía me contaban como el mundo se había puesto a sus pies la primera vez que habían escrito una línea de código funcional. Ahora el sistema les pertenecía; el ordenador obedecía sus órdenes»

93 «Me parecía estresante cultivar una imagen pública o una estética personal; era como esa mentalidad que lleva a una persona a preocuparse por si la luz es lo bastante cinematográfica cuando está follando»

101 «Priorizaba a quienes tenían curiosidad por programar. Ha aprendido a escribir código por su cuenta durante el verano»

112 «libros sobre poliamor ético»

114 «era un diorama viviente de la gentrificación en su fase más tardía»

212 «Mi cerebro se había convertido en un vórtice de basura, de representaciones sobre representaciones»

225 «Leer no era una cuestión de inyectarse información. Aquel fetichismo de la eficiencia que tenía la industria tecnológica me resultaba espantoso»

245 «Era la mejor gran empresa para la que se podía trabajar, decía a veces Ian, pero su negocio central seguía siendo la publicidad digital, no el hardware»

282 «¿Y qué estábamos haciendo, a fin de cuentas? ¿Ayudando a unos tipos a hacerse multimillonarios? Solo una sociedad enferma podía tener multimillonarios. No deberían existir. En ninguna estructura moral era aceptable una acumulación tan gigantesca de riqueza»

288 «¿Seguía siendo divertido? ¿Lo había sido alguna vez? Acababa de cumplir veintinueve años aquel verano y estaba empezando a querer cosas que no había querido a los veinticinco»

293 «La tecnología, en gran parte, no era progreso. Era un simple negocio»


Libros del Asteroide. Un 8

Laboral/Social

Sant Cugat, domingo 20 de noviembre, 2022

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