Mi amigo Josemari siempre me hace disfrutar de la lectura y pasar un buen rato, y no por que la suya sea una propuesta amable o tramada con la intención de que sea adictiva. Por el contrario, sus temas suelen ser ariscos y pesimistas y parece hacer las concesiones justas para mantenerse en las estanterías de “novela”. A cambio, su discurso es limpio, directo, comprensible. Sin buscar el lucimiento, se muestra resulta elocuente, incisivo, culto e inteligente, y asequible a la vez. Y luego está (y esto me encanta) la manera inclemente, incluso cruel, en que retrata a sus protagonistas, que podrían ser él mismo y que probablemente lo sean.
Estas características se dan en “El polaco”, una historia de amor otoñal en la que una mujer de Barcelona en la cincuentena con una vida emocional en principio estable conoce a un señor polaco (polaco de Polonia) más mayor, pianista de cierta fama en círculos especializados, quien, al poco de conocerse dice haberse enamorado perdidamente de ella. Pese a que el sentimiento no es recíproco, ella se deja querer, en ningún momento desde la frivolidad, sino conmovida por el tesón de él. Además, después de muchos años de vida familiar que ahora se le va apareciendo como vacía dentro de su aparente cordialidad, de nuevo se siente revalorada como mujer y como persona. Sin embargo, ella es una mujer práctica, poco dada a romanticismos ilusos y él, a fin de cuentas, tampoco es que sea un caramelito: es un tipo difícil de pillar, franco y honesto, eso sí, consciente de su carisma y también de sus limitaciones. Un personaje admirable en algunos aspectos y tirando hacia lo patético en otros.
La historia no se desarrolla por los cauces esperables en una historia de amor e incluso llega un momento en que la novela da un giro brusco que te hace un poco perder el asidero de la historia, que se recompone a partir de ese momento bajo otro prisma.
Coetzee suele incluir temas de cierta erudición y, en este caso, predominan las reflexiones sobre música, en particular sobre Chopin. También hay una insistencia en el síndrome “lost in translation”, en el sentido de que señala cómo el lenguaje (o más bien la falta de un lenguaje común) tergiversa la realidad, boicotea el mensaje, promueve los desencuentros, confunde y dificulta.
Hay otros temas característicos de su obra como son el racismo, las miserías de Sudáfrica o las reflexiones empáticas sobre los animales que aquí apenas se tocan, manteniendo el foco en los sentimientos y en la intimidad de los personajes. Me gusta mucho Coetzee y esta obra también, sin llegar a ser mi favorita.
19 «El Chopin ahora emergente, históricamente auténtico, es de tono suave e impronta italiana. La lectura revisionista de Chopin por parte del polaco, aún cuando hasta cierto punto esté sobreintelectualizada, debe ser celebrada»
22 «Ocuparse de la producción de un concierto, asegurarse de que todo marche sin complicaciones, no es asunto menor»
26 «Ser transportado, ser arrancado fuera de sí: una idea anticuada, con toda probabilidad, de lo que la música hace con su auditorio; anticuada y, probablemente, también sentimental»
28 «-Si Chopin hubiera vivido más tiempo hubiese regresado a Polonia -responde el polaco, manejando los tiempos y modos verbales con cautela pero correctamente-«
49 «Tuvo su oportunidad cuando la tomó por por los hombros en el café de Girona y le acercó bruscamente la cara, sus fríos ojos azules. Ese era el momento para dejar su marca sobre ella, para vencer su resistencia. Pero él había vacilado y la había perdido»
101 «Al teléfono la hija causaba la impresión de ser fría y desconsiderada, pero acaso fuera solo el fantasma de la lengua alemana rondando por encima del inglés»
103 «En un buen matrimonio, los integrantes de la pareja respetan el derecho del otro a tener secretos»
113 «Quemar libros es un preludio a quemar personas»
115 «porque él quiso no meramente decir que la amaba sino demostrarlo, demostrarlo llevando a cabo por ella una tarea prolongada e inherentemente absurda»
126 «¿La había visto, y sin embargo había continuado con sus garabatos, manteniéndose ocupado para no tener que ver la muerte que se le acercaba furtivamente? (…) No hay siquiera un museo de la mala poesía donde pueda ser almacenado, junto al resto del palabrerío que emerge de las manos de hombres como él, hombres que carecen del arte que da vida a la palabra. ¡Pobre viejo! piensa ella. ¡Pobre tipo!»
El hilo de Ariadna. Un 8.4
Sentimientos.
La Floresta, domingo 8 de enero, 2023
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