Hasta los 30 años y aún un poco más perseguí mis sueños con ahínco. Vivía con un objetivo definido. Iba a por ello, me faltaba el tiempo y no escatimaba esfuerzos. Sin embargo, años más tarde, ese fin último al que dirigía mis actos fue desvaneciéndose de mi horizonte. Tal vez estaba ya demasiado cerca para verlo, o demasiado lejos aún; tal vez ya conseguí lo que perseguía, o parte de ello, el caso es que esa motivación que me parecía esencial acabó por evaporarse. Juventud, divino tesoro… Ahora que ha pasado el tiempo, en plena y serena madurez, constato que ya no tengo objetivos vitales claros, grandes planes ni projektos hombres, lo que, a veces, me produce una sensación rara, de vacío y de alivio a la vez. Puedo decir que mi vida es más aburrida y también más feliz. Y debo reconocer que recuerdo con cariño y añoranza, y con frecuencia quizá preocupante, mis viejos desvelos.
“¿En qué nos convertimos cuando olvidamos lo que fuimos, lo que nos llenaba, lo que proyectábamos ser?» Esta frase sacada de la contraportada me parece que resume bien el tema central de esta novela, de tipo autoficcional, en el que su protagonista intenta vivir una vida de adulto dejando atrás un pasado de jinete de caballos de salto, un pasado de felicidad y de sacrificio que no va a volver. En la actualidad, casada y con dos hijos, viaja con su familia a Lisboa por motivos profesionales (de su marido, en realidad) y ese viaje pone más de relieve el salto entre las agitadas ilusiones del pasado y las tranquilas alegrías del presente.
Aunque la novela está bien, tiene sensibilidad y coherencia, adolece un poco del problema inherente a lo autoficcional:¿tiene suficiente interés literario una vida normal? Porque seguramente sí lo puede tener el de una jinete de saltos -con su componente de juventud, y de aventura-; pero, en contraste, las anécdotas de la vida lisboeta se me quedan en poco más que postales. Estoy siendo algo injusto, demasiado severo: repito que la novela está bien, es una de esas novelas delicadas, intimistas, escritas con cariño, tan propias del catálogo de Asteroide y, además, a los que amamos los animales nos puede llegar a conmover en la onda en que lo haría, no sé, “Platero y yo”. Es solo que el haberla leído en medio de otras novelas de mayor voltaje me la ha hecho deslucir un poco.
Muchas anécdotas interesantes sobre el mundo equino, o ecuestre (Nietzsche, Montaigne) y referencias literarias muy actuales (Halfon, Berlin, Gornick). Las referencias musicales y mediáticas también le dan un toque moderno.
Los temas económicos sin embargo, no parecen inquietar demasiado a la protagonista.
40 » Así las llaman: batallas de choque. Cuando todo salta por los aires es cuando más se ríen»
62 «A veces me pregunto si uno se da cuenta de que ha alcanzado ese límite que lo transforma como lo hace el caballo de salto, que es capaz de percibir su final»
71 «Le pregunto si los recuerdos son en realidad pistas que nos dejamos en la memoria»
134 «Caballos con tendones como cuerdas de arpa»
150 «Me gustaría que Halfon fuera sentado a mi lado y preguntarle por qué dejamos la poesía; es decir, por qué dejamos atrás los apegos, lo que nos llenaba y daba sentido por dentro «

Asteroide .7.9.
Nostalgia equina
La Floresta, viernes 10 de febrero, 2023
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