“Los momentos cruciales son un invento de los narradores y los dramaturgos, un mecanismo necesario cuando se reduce, se traduce, una vida a un argumento”
Me sería muy difícil defender este libro a partir de su sinópsis: un hombre huérfano desde los ocho años que siempre ha buscado la compañía de los padres de sus amigos, decide escribir las memorias de los padres de su mujer, antiguos militantes comunistas que abandonaron sus ideales en direcciones opuestas: él, Bertrand, desengañado desde un posicionamiento científico y crítico (“frío, teórico, arrogante”; “no era tanto la injusticia lo que me molestaba como el desorden”), y ella, June, con un radical vuelco hacia la religión católica (“Tiene sus propias ideas y son fuertes y extrañas”; “Veía su vida como un proyecto, como una empresa, algo que había que controlar y dirigir hacia la comprensión, la sabiduría”; “un silencio intemporal la tentaba, la atraía”), y que desde entonces viven enfadados y separados, aunque siguen queriéndose. El detonante de la conversión de June y origen de su desencuentro parece hallarse en un oscuro episodio del pasado relacionado con la aparición de unos perros siniestros. Poco estimulante a priori, pero rico en contenido y profundidad.
Cada día me gusta más McEwan (claro está que no lo leo cronológicamente): por sus giros inesperados y perturbadores, por su tenaz indagación psicosociológica y su puesta en duda de todo, por su intelectualidad asequible y punzante, por sus temas controvertidos y espinosos, por su punto perverso. En este caso me llama la atención además la verosimilitud que desprende, en el sentido de que ¿por qué razón iba alguien a inventarse algo así?. El motivo central de la novela es la confrontación ideológica entre los dos progenitores, que ejemplifican el antagonismo (o no) entre ciencia y religión (“No corresponde a la ciencia probar o refutar la existencia de Dios y no corresponde al espíritu medir el mundo”). El protagonista actúa como mediador, propiciando las confesiones de uno y otro (“En realidad, la objeción de June respecto a Bernard era su racionalismo”; “nuestro deseo permea nuestras percepciones”). Estos momentos de contraposición entre las diferentes maneras de ver el mundo y las reflexiones que surgen al respecto, presentadas a menudo en brillantes diálogos, es lo que más me ha gustado de la novela: “La humanidad era un suceso reciente.¡El universo era indiferente al destino del proletariado!”; “Nuestra desgracia era nuestra incapacidad para aceptar las cosas buenas y sencillas y alegrarnos de tenerlas. La política, la política idealista trata siempre del futuro”; “El alma, una vida después de esta, un universo lleno de significado: era el propio consuelo que proporcionaban estas alegres creencias lo que me dolía; la convicción y el propio interés estaban demasiado entrelazados”.
La insinuación de horror que propone la aparición de los perros que dan título a la obra es el gancho morboso que asegura el suspense, y esconde una sorpresa truculenta. Marca también el punto de inflexión en la trayectoria de June, que interpreta el suceso desde la trascendencia (“un ejemplo perfecto de distorsión de los hechos para que se ajustasen a la idea”).
Utilizando varias secuencias temporales consigue dotar a la trama de contexto histórico, especialmente significativo en la descripción de las manifestaciones que siguieron a la caída del Muro de Berlín y que ilustra la desintegración de los ideales de Bernard: “Era un relato cuya exactitud histórica tenía menos importancia que la función que había cumplido”.
Un comentario personal y friki que vuelve a rondarme por la cabeza es que a menudo encuentro en las situaciones recreadas por McEwan el reverso lúdico y/o práctico de las ideas y teorías de los exitosos libros de Noah Harari, en los que me encuentro también enfrascado, en este caso sobre el tema ciencia y religión, pero también me pasó con la Inteligencia Artificial y “Màquines com nosaltres”, y en sus reflexiones sobre política, historia, etc.
Anagrama.7.7.
Novela psicológica y política
Jueves, 4 de junio, 2020
Deja una respuesta