“Compasión por el diablo” Anderson, Kent

  No tengo especial afición a las aventuras bélicas, aunque de vez en cuando cae alguna. Esta es sobre la guerra del Vietnam. Con su recluta patoso, su sargento instructor sádico, mandos trapicheros y soldados petaos, “Compasión por el diablo” nos ubica en esa escenografía que nos recuerda a tantas pelis sobre el tema y que no versa tanto sobre el conflicto en sí, sino en cómo ese conflicto deshumaniza a quien participa de él.

  El protagonista, Hanson, es un universitario que, contra pronóstico, parece encontrar su vocación en el ejército, en la guerra, en contextos violentos; se le da bien, mucho mejor de lo que se esperaba. Se codea con los tipos más duros de su batallón y no se escaquea cuando le toca estar en primera fila. Por el contrario, en la vida civil, no volverá a ser el mismo. Durante los permisos se mete en peleas continuamente, no disfruta con nada, no aguanta a nadie. Añora el frente, el peligro, la supervivencia… quiere más sangre, y a por ella que va.

  Excelente ambientación, muy sensorial, juega todo el rato con los sonidos y los olores (“queroseno, hierba quemada y metal caliente“). Se permite incluso algunos devaneos líricos, del tipo paisajístico, que contribuyen a crear una atmósfera opresiva y envolvente. Igual se excede un poco con los flashbacks.

 Lo que cuenta es fuerte y parece auténtico (basado, supongo, en su propia experiencia). La novela es dura, cruel y cruenta, nada compasiva ni integradora. El racismo de sus personajes es parte esencial de la trama, así como los pasajes que describen el adiestramiento en técnicas de interrogatorio y muerte. Entiendo que tiene voluntad de denuncia, pero va dejando cadáveres por el camino.


45 «Te has sacado de la manga una bonita analogía. Tienes hechuras de poeta. Mira, yo no leo mucha poesía, casi toda la escriben mujeres y maricas y no hay por donde cogerla»

80 «En las unidades regulares de infantería no se preocupan por los novatos. Las tropas que han sobrevivido varios meses miran por sí mismas y por los suyos»

96 «La gaviota picoteaba mecánicamente, sin malicia ni deleite, desgarró un jironcillo de ojo, giró la cabeza para tragárselo y reanudó el picoteo»

101 «Peleas a navajazos. Ese es un tema interesante (…) «La regla de oro -prosiguió, moviendo suavemente los labios mientras pronunciaba las palabras a medias- es no dejar que el otro tío sepa que llevas una navaja hasta que le pinches»

112 «Eran unos muchachos vietnamitas que se habían pasado la adolescencia inmersos en la guerra y en la cultura del rock and roll norteamericano. No hablaban mucho inglés, así que aprendían a cantar las letras fonéticamente, con acentos marcados (…) Iban todos medio año por detrás de la moda

127 «Sólo os digo una cosa. Ajá.¿Sabes? No le he oído eso a nadie como no sea porque se va a poner a decir un montón de cosas»

152 «¿Es que te traes algo entre manos con Johnson? ¿Habéis estado jugando juntos en la ducha? Se supone que tienes que matarlo (…) ¿Os creéis que miento? ¿Os pensáis que estoy aquí plantado a pleno sol contando chorradas?»

180 «Varias veces al año, la base acogía con reticencia a una unidad de sargentos de las Fuerzas Especiales y les ofrecía cursos de interrogación, terrorismo, propaganda, cómo abrir cerraduras, cómo sortear medidas de seguridad, disparo a objetivos a larga distancia, asesinato selectivo, análisis de fotografía aérea y operaciones psicológicas»

182 «-… el simple aislamiento combinado con palizas arbitrarias lleva más tiempo, pero es tremendamente efectivo. No se le da oportunidad al sujeto para anticipar las palizas, de modo que no puede prepararse psicológicamente para ello. Después de una paliza puede sometérsele a otra a los diez minutos o a los diez días. Está solo, sin nadie a quien confiarse, nadie con quien compartir sus penas ni que lo ayude a evaluar la situación, así que al final acabará recurriendo su interrogador. Con las instalaciones apropiadas, el sujeto pierde toda noción de tiempo, de día y noche, mientras espera la siguiente sesión de interrogatorio. Es incapaz de dormir, previendo la próxima sesión o la próxima paliza, y se debilita rápidamente»

204 «… un dibujo de Snoopy, el monísimo inocente beagle de Charlie Brown que, en Estados Unidos, da rienda suelta a sus encantadoras e inofensivas fantasías de tipo duro. En Vietnam era un símbolo popular del soldado estadounidense»

213 «Rodeó a la cabra, se la puso entre las piernas y le retorció una oreja para impedir que se encabritase. Notó al animal caliente y húmedo al clavar los talones en el barro para controlarlo, la lana húmeda apestaba a almizcle, fango, mierda y leña quemada»

228 «Las palomitas de las Fuerzas Especiales, caballeros, la dextroanfetamina. Te vuelve malo. Hace que te entren ganas de salir a cargarte a Charlie con un cuchillo, con las manos, a bocados»

250 «La alambrada estaba emporcada de papeles, plásticos y cartones como la valla de retención de un aparcamiento, y repleta de bengalas de aviso, minas claymore y latas de cerveza oxidadas rellenas de piedras. Al otro lado olía queroseno, hierba quemada y metal caliente»

297 «El sexto sentido no es más que los otros cinco sentidos detectando una amenaza. Un cambio de ritmo en el silencio que nos abre los ojos. Un titubeo en el dibujo de una sombra. Un matiz en un olor que nos hace alzar la cabeza»



Sajalín.  Al Margen. 7.8

Bélico/ Vetnom

Sant Cugat, jueves 7 de septiembre, 2023

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