Difícil de clasificar por género: una especie de biografía del periodista Alfons Quintà que bebe tanto del ensayo de investigación como de la novela no ficción. El mismo Amat reconoce la influencia de obras como “El orden del día”, entre otras en las que se pretende objetividad y análisis psicológico y social a partir de los hechos sin renunciar a un tratamiento novelístico apasionado de los personajes. A mí me ha sugerido el enfoque de «M, el hijo del siglo» o incluso, «A sangre fría«, aunque por el tema no tengan nada que ver.
Exhibe un estilo muy peculiar, espitoso, construido con frases escuetas, rápidas y como incompletas que implican más de lo que dicen (“la oposición se desfonda. Es el régimen dentro del régimen. Es democracia y son negocios. El pujolismo en el 78. Un subsistema del sistema.”).
El objetivo que se propone es descubrir los mecanismos y chanchullos del poder en la historia reciente de Catalunya, desde el tardofranquismo hasta 2016. Para ello se centra en la figura de Alfons Quintà, tipo turbio y muy influyente en la política, cuyos quizá lícitos y hasta loables intereses profesionales se yuxtaponen con una personalidad detestable y psicótica. “Una persona dominada por la maldad”, movida por un afán de venganza patológico que, sin embargo, se revela casi como un visionario, una mente preclara capaz de tomar el pulso a la realidad, de emprender los más ambiciosos planes y de comprometer a las estructuras del poder económico, político y judicial con sus artículos de investigación (“No hay un solo periodista de su generación que sepa como él cómo se ha desarrollado el poder en Catalunya durante la posguerra desarrollista”)
Concretando: desde su posición en el periódico “El País”, Quintà destapó ya al principio de la legislatura de Pujol, la trama corrupta imperdonable de Banca Catalana, explicitando de qué modo el President (“un animal político”) utilizó al banco para enriquecerse y al nacionalismo catalán para exonerarse (“En Cataluña, mayoritariamente se da por buena la idea de que Pujol es víctima de una persecución y que dicho ataque no es solo contra él sino que es contra todo lo que él representa.”).
Siguiendo una línea discursiva que me recuerda a los argumentos recientes de Cercas para desautorizar el independentismo, Amat parece enfocar los movimientos catalanistas de 1984 como una cortina de humo orquestada por Pujol para ocultar la querella por la crisis de Banca Catalana. El argumento esgrimido a jueces y políticos era que persistir en la investigación desestabilizaría la precaria democracia no solo catalana, sino española. Y el mensaje que Pujol vendía al pueblo era que el gobierno de España le atacaba con encono como escarmiento por su voluntad de desarrollar la autonomía catalana, lo que le situaba a sí mismo como una especie de mito redentor (“La retórica es la clave. Los relatos de movilización política más populares son los de victimización y venganza. Son características populistas.”)
Quintà se convierte con sus artículos en amenaza y pesadilla del nuevo gobierno. Sin embargo y, dando una idea de la catadura moral del personaje, su militancia contra el poder es comprada por el astuto Pujol, que lo pone al frente de uno de sus proyectos más ambiciosos: la creación de una televisión autonómica que se convierta en referente por su calidad y, a su vez, en la más eficiente arma de propaganda política. Quintà volverá a dar muestras de gran decisión y talento arrancando con mucha fuerza el proyecto, pero, con el tiempo, su carácter megalómano y acosador causará su progresiva caída en desgracia y el inicio de su declive.
No sería justo ignorar que en su última etapa se dedicó a denunciar con su estilo incisivo los recortes en Sanidad y la deriva del Procés, mientras su propia vida mostraba un decadencia patética culminada en un final truculento (“cuando Artur Mas ya es presidente de la Generalitat y la crisis de la deuda pública lo lleva a aplicar una política de recortes de los servicios públicos, Quintá empieza a explicar lo que ve detrás de una operación de desmantelamiento del sistema catalán de salud (…) son pocos los que se benefician de la privatización y cada vez serán más los que sufrirán las consecuencias.”).
Sobre Alfons Quintà:
“Quintà –qua había construido su trayectoria bajo su protección- descubre que Pla había sido un colaborador activo de una agencia de espionaje favorable al bando insurrecto financiada por la derecha catalana”
“Los poderes que duran demasiado se convierten inevitablemente en desastrosos. En ellos es inherente el mesianismo.”
Sobre Banca Catalana y los Pujol:
“Su ambición es fundar un poder catalán. Un instrumento necesario para conseguirlo es un banco”
“No es un misterio. Es la otra cara de la realidad. Son los negocios del poder. Existen unos códigos y ellos dos, sin explicitarlos, los conocen. Pujol los domina. Quintá cree que también. Ni hace falta hablar de Banca Catalana. Forma parte del pacto. Silencio.”
“no solo hubo falsedad documental (…) Mientras Banca Catalana se hundía, los responsables de la empresa se habrían enriquecido vaciando su patrimonio”
Sobre los tejemanejes de la camarilla de Pla sobre Tarradellas:
“Su argumento era presentar al viejo republicano como un actor estabilizador para cuando se produjese la fase de cambio político”
“la élite económica, que lo pretende seguir siendo después de Franco. Que todo cambiase para que el dinero no cambiase de manos”
“El desarrollo autonómico catalán no puede ser el chivo expiatorio de la crisis política que desembocó en el golpe de estado”
Otras frases curiosas:
“Perfora la trama que construyen los poderes entre sí para blindar su perpetuación”
“Más que la deontología profesional se impone cierta idea de responsabilidad que, a la hora de la verdad, se solapa con el placer del mando”
“el poder entendido como la producción de los efectos deseados”
Tusquets editores. Un 8.7.
Ensayo de investigación novelado.
Sant Cugat, 3 de junio, 2021
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