El libro se titula Joe, pero para mí quién desde el principio se adueña de la función es el viejo Wade…. qué desastre de tío! Qué miserable! A medio camino (en el mejor de los casos) entre Hommer Simpson y Frank “Shameless” Gallagher, el cabeza de familia de los Jones se destaca como un personaje de lo más despreciable.
Tras años de vagabundeo, los Jones (padre, madre, dos hijas, un hijo y varios muertos por el camino) se instalan en una destartalada casa abandonada a tomar por culo de todo, lo que no impide que pronto se empiecen a hacer notar en los alrededores por las correrías del viejo. El amigo Joe, tipo duro capataz de una cuadrilla local de mata-árboles, que también tiene lo suyo, se compadece de Gary, el sufrido hijo adolescente de Wade, y le da trabajo en un principio y soporte y amistad después, a medida que todos sus proyectos y buenos propósitos se van viendo frustrados por el descontrol de su abyecto padre y su espiral de barbaridades de progresión lenta pero funesta: al principio hace gracia, pero llega un momento en que ya no te puedes reir.
(169 «el viejo ya había logrado liberarse y estaba apoyado en un árbol blandiendo un palo en la mano, su madre estaba tendida en el suelo con las piernas abiertas, rogándole que la abrazará y que se la metiera, el sacudía la cabeza y se palpaba los bolsillos en busca de un cigarrillo»)
Una narración neutra, fría, contenida, poco emotiva, sin juicios morales ni posicionamiento explícito, pero muy expresiva y plástica por sus descripciones detalladas (especialmente voluptuosas con los ritos del bebercio), imágenes violentas («Parecía que le habían remodelado la cara a hachazos en los últimos años») y diálogos vivos y espontáneos pródigos en palabrotas y groserías. Más que introspección, los personajes van quedando retratados por sus actos y sus palabras.
Todo es crudo y directo, espontáneo y natural, no hay espacio para desvaríos oníricos ni para reflexiones abstrusas; sí quizá un atisbo marginal de preocupaciones intelectuales y sociales (100 “los cuadros agrietados cuyos títulos o autores ella nunca había conocido, ni llegaría a conocer jamás») y una oscura lírica paisajística fangosa y desabrida (156 «El chico se quedó en mitad de la noche negra y huracanada, abrazando con fuerza a la pesada bolsa mientras el mortecino ojo rojo de la camioneta se alejaba y el barrido de luz blanca que la precedía perforaba un túnel cada vez más angosto por la carretera encharcada») que comporta el mensaje de “hombre pequeño, mezquino frente a naturaleza poderosa e indiferente” (227 “Atardeció, pequeñas bandadas de nueve o diez palomas planeando sobre los cables de la luz o posadas en ellos con las plumas erizadas e inmenso aplomo. Gente con las luces de posición puestas, el aire impregnado del olor de las cosas vivas, los árboles verdes y erguidos, con parras trenzadas a su alrededor y las raíces bien arraigadas en la buena tierra»).
Sucesión de situaciones: durante un buen rato, me ha dado la impresión de ser eso, una retahíla de viñetas muchas de ellas prescindibles en el total de la novela. Error. Me ha costado un poco pillar que lo que se propone es la construcción de un ambiente, ambiente que va enmarcando y en cierto modo propiciando la progresión de la acción. Esa aparente intrascendencia lleva detrás un trabajo concienzudo de ambientación que es clave en el resultado final de la novela.
Me lo he pasado muy bien leyendo, en progresión creciente, y me ha dejado un regusto aún mejor; de momento, uno de mis Dirty Works favoritos.
80 «El chico lo meditó y hurgó en la oreja con el dedo, se le quedó una media luna de cera marrón pegada la uña y se la limpió en la pierna»
81 «Jadeaba quedamente, como una perra de parto, con la cara desencajada»
119 «Sonreían, exhalaban el humo en pequeñas ráfagas, y se iban volviendo lánguidos y complacidos»
228 «El viejo estaba temblando junto a la casa, casi en posición fetal, con los puños apretados sosteniéndole la cabeza (…) el miedo le hacía mantener los ojos abiertos, se obligaba a parpadear para no dormirse, no allí, donde podían cortarle la garganta, robarle los pocos billetes que tenía y arrojarlo al río para que lo devorasen las tortugas»
Dirty Works. 8.5.
Realismo suciote.
Sábado, 25 de diciembre, 2021